Responsabilidad afectiva en 10 simples pasos

Relacionarnos sanamente implica ser responsables con los demás. En los círculos feministas y comunidades poliamorosas se está hablando de un concepto nuevo: la responsabilidad afectiva.

En palabras llanas, la responsabilidad afectiva es ser responsables con los sentimientos de las personas con las que nos relacionamos. Todo lo que hacemos y dejamos de hacer dentro de una relación tiene efectos en la otra persona.

Aléjate de las relaciones de poder para relacionarte mejor

Somos responsables de los efectos que generamos en otros. Establecer esto es clave para entender las relaciones amorosas como asociaciones igualitarias y justas. Por supuesto, esto va en contra del ejercicio del poder sobre el ser amado.

Claro que las relaciones románticas no son particularmente sencillas. A diferencia de una amistad o negocio, las reglas no quedan tan claras.

Por eso, a continuación te dejamos 10 cosas que debes comenzar a practicar para ser responsable con tus relaciones románticas. Estos no solo servirán para relaciones abiertas o redes poliamorosas, sino también para parejas monógamas:

10.- Reconoce el impacto que generan tus actos en la pareja

Todo lo que dices, haces o dejas de hacer genera un impacto en tu pareja, amante o cualquier tipo de relacionamiento sentimental. Por lógica, lo que hagas tendrá consecuencias en el otro.

No se trata de reconocer culpabilidades, sino responsabilidades. El solo intentar hacer esto es muy difícil, porque al ser humano no le gusta reconocer sus propias fallas. En todo caso, el primer paso es internalizar todo lo que hagas antes, durante y después de hacerlo.

9.- Se sinceró con lo que eres desde el principio

Como las personas nos juzgan según lo “socialmente correcto”, solemos censurarnos. La mayoría suele entender que ser sinceros desde el inicio es un obstáculo para ligar. En realidad, esto no ocurre tanto como creemos y aunque fuese así, lo correcto es ser francos.

Ser sinceros desde un primer momento forma parte de ser responsables afectivamente. Un ejercicio muy simple y sano es mostrar nuestros defectos desde el cortejo. Deja claro lo que eres: libre, celoso, irritable, egoísta, coqueto, emocional, racional, mujeriego, etc.

De esta manera, la persona sabrá a qué atenerse. Lo siguiente es tener una conducta coherente con respecto a lo que eres. Parte de ser responsables afectivamente es no variar todo el tiempo de conducta o personalidad.

8.- Se coherente con lo que eres

Durante los primeros tres meses todos nos mostramos como seres casi perfectos. Conseguido aquello que queríamos sale nuestro verdadero yo.

Por eso, además de mostrarnos tal y como somos desde un principio, lo siguiente es mantener la coherencia. Ciertamente, las emociones motivan en nosotros cambios en nuestra forma de actuar. Sin embargo, si te conoces bien lo correcto es mantenerte fiel al menos a tus propias inclinaciones y valores.

La coherencia también supone ser objetivos y pacientes en momentos en los que las emociones nos mueven. Lo correcto es gobernar tus pasiones y no mover a los demás en función de tus cambios emocionales.

7.- Ten la capacidad de escuchar al otro

Cuando te relacionas sentimentalmente con alguien lo haces para dar y recibir. Por lógica, relacionarte supone no entender la realidad solo como tú la vez. Esto nos indica otra obligación: Escucha y trata de entender las perspectivas y emociones del otro.

Si antes fuiste sincero y coherente, nada malo ocurrirá al intentar escuchar lo que la otra persona siente y piensa. Un feedback justo permitirá intercambiar información para llegar a acuerdos.

Cerrarse, ser impositivos o simplemente patear la mesa no está bien. Desaparecer de la noche a la mañana va en contra de la responsabilidad afectiva. A esta práctica irresponsable se le conoce como “ghosting”.

 6.- Manipular es ser irresponsables

Hay personas que tienden a manipular los hechos porque sencillamente conviene. Supongamos una situación hipotética en la que comenzaste siendo una pareja celosa. Al paso del tiempo, te gusta alguien más y ya el esquema de monogamia y celos no te funciona. Por lo tanto, comienzas a cambiar de valores y actitud porque es lo que te conviene.

Si has hecho lo anterior, eres una persona irresponsable (en términos afectivos) y poco coherente. Por lo general, estas situaciones te llevan a tergiversar la realidad, dar excusas y manipular para no quedar como “el o la mala de la película”. Lo correcto en todo caso es asumir tus responsabilidades.

Mucho mejor que manipular, es ser sinceros y coherentes con nuestros valores y con lo que queremos. Respetar la esfera de la libertad de acción ajena también es algo muy responsable en términos afectivos. La manipulación suele tener el objetivo de limitar dicha libertad.

5.- No veas a la otra persona como tu propiedad

Ser responsables afectivamente implica reconocer que la otra persona goza de libertad. El problema de la visión tradicional de las relaciones es que creemos que el ser amado nos pertenece. De alguna u otra forma, esto nos lleva a cosificarlo.

Las personas no son propiedades, no son cosas, no son nuestras. Además, también somos propensos a cometer errores y entenderlo es necesario en todo momento.

Todo este proceso de interacción en medio de conflictos requieren de un elemento clave: comunicación. Pero no la que hay entre un juez y un criminal: esta debe ser clara, honesta, abierta y libre.

4.- Recuerda que la gente sí importa

Ser libres o “poliamorosos” no implica que andamos por allí rompiendo corazones a diestra y siniestra. Incluso culminar una relación implica un proceso de comunicación, acompañamiento y acuerdo que no podemos saltarnos jamás.

Claro que ser celosos o monógamos no implica tampoco el derecho a dominar a otros. Escuchar a la contraparte, comunicarle nuestras decisiones y llegar a acuerdos es indispensable. Esto aplica para todos los casos o relaciones.

Claro que esto no debe confundirse con ser el blanco de una persona manipuladora.  Si en medio del acompañamiento, la persona se muestra insistente, egoísta, tóxica y problemática, lo siguiente es concluir. Así como el estado emocional de esa persona importa, el tuyo también es prioritario.

3.- No muevas a la gente con tu cambio emocional

Lo correcto en toda relación inter-personal sería gobernar nuestras pasiones y no afectar a los demás con ellas. Ser responsables afectivamente es hacernos un poco cargo de las emociones propias y ajenas.

Por eso, incluso las víctimas de una decepción amorosa también tienen una responsabilidad afectiva sobre el otro. De esto se habla poco, porque la sociedad tiende a ver al sujeto dejado o engañado como la única víctima posible. En realidad, el asunto es mucho más complejo.

La comunicación en medio de un conflicto romántico debe ser clara, sincera y lógica. La manipulación de una persona afectada emocionalmente es igual de negativa que la de un infiel, o la de alguien dispuesto a marcharse.

2.- Deja un espacio para que la otra persona piense y sea libre

Hay personas que luego de motivar una ruptura pretenden mantener el control sobre la contraparte afectada. En medio de la depresión, una víctima sentimental puede hacer lo que sea con tal de recuperar lo perdido. En contraste, una persona responsable le dará su espacio al afectado para que él o ella puedan pensar con claridad.

Ser responsables afectivos implica convertirnos en los principales promotores del bienestar y la libertad ajena. Lo correcto es motivar estados de ánimos positivos mediante experiencias igual de positivas.

Por ende, debemos recordarle a esa persona que tiene todo el derecho del mundo a rehacer su vida. Hacer el bien es sobre todo dejar de ejercer el poder sobre la pareja.

1.- establece acuerdos previos y cúmplelos

La mejor forma de ser responsables en el plano de los afectos es llegar a acuerdos previos y claros. Parece mentira, pero una visión contractual de las relaciones suele ser la vital para mantener la igualdad y la justicia. Claro que estos acuerdos deberían ser parejos, igualitarios y justos para ambos.

Otro de los problemas de las relaciones actuales es que las personas tienden a creer que la fidelidad es una obligación. Como es socialmente aceptable, entonces se sobreentiende que todos deben ser fieles porque sí. Esto es totalmente falso y suele ser una creencia impulsada desde una visión conservadora y sistemática de la pareja.

Lo correcto a la hora de dar inicio a una relación, es sincerarnos y escuchar al otro para establecer acuerdos. No podemos dejar por sentado que lo que dice la sociedad funciona para todos porque no es así. Una charla sincera puede evitar muchos problemas a futuro y definir el tipo de relacionamiento que puede funcionar.

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